jueves, 23 de agosto de 2012

El Tazón de Madera del Abuelo


Mientras los primeros momentos de sol abrazan nuestra ciudad, nos permitimos una cálida caricia que nos transporta al hogar, a nuestros padres, a esas personas que estuvieron desde el inicio de nuestro inicio...Aprendamos a valorar lo que tenemos, a disfrutarlos y a permitirles también a ellos que nos disfruten y nos valoren. Nada más acorde a la calidez de nuestro clima... Buen jueves, queridos amigos!


El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años.
Ya las manos le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y  la  vista enferma del anciano hacían el
alimentarse asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situación.
"Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente. Derrama  la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo". Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor.  Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían en un tazón de madera.  De vez en cuand miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde  antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: "¿Qué estás haciendo?" Con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para  ti y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos."  Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y  lo  guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó  un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el
esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus  oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la  familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas.

Los padres y madres inteligentes se percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su hijo. Seamos constructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas  con tus padres, los vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo.

He aprendido que aún tengo mucho que aprender

"La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca  cómo los hiciste sentir."

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