Después de comprar una nueva máquina para descascarillar
legumbres, la mujer consulto el manual de instrucciones. No lo entendía y al
final se rindió, dejando las piezas desparramadas sobre la mesa.
Fue al mercado, y al regresar vio que su empleada había
montado el aparato.
“¿Cómo lo has hecho?”, pregunto sorprendida.
“Bueno, como no sé leer, me vi obligada a usar
la cabeza”, fue la respuesta.
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